5 jun 2014

Mi condena










Llevo días, meses, quizá años en esta celda. He perdido la noción del tiempo.
Al principio pintaba rayas en la pared para situarme, pero un día al terminar la jornada pensé:

"¿He apuntado el día a la mañana? No me suena, joder... ahora qué hago. Si no lo apunto viviré en el pasado. O no.  Aunque si lo apunto dos veces será como viajar al futuro cada vez que entre en la celda."

Me molaba la idea de dominar el tiempo, así que hice 3 rayas. Por si acaso.
Pensé en hacer 12.897 y así terminaría mi condena, pero era una rayada.

Seguí mi vida, no quería llamar la atención, de vez en cuando, cuando tenía un mal día dibujaba una raya y se pasaba.
Sea cual fuere mi condena, la iba acortando un poquito cada vez.

Las tardes en el patio las pasaba viendo la cara de gente antigua que tenían los demás. Eran reos retros.
Todo resultaba un bucle, un Dejavú tras otro. Todo me sonaba. Me saltaba los días pero me quedaba con la esencia, las sensaciones... el tiempo no pasaba en vano.

Era perfecto, estar encerrado era cuestión de tiempo y yo controlaba ese tema.
Pero un buen día, sabe Dios cual, sucedió algo inesperado. Me trajeron un compañero de celda.
Nunca había tenido ninguno. Me había acostumbrado a dormir sólo. 

-Hola.
-Hola (le dije).
-Vamos a pasar un tiempo juntos, qué prefieres, encima o debajo.

Nadie se me había insinuado allí dentro y menos de ese modo tan directo, ¡estamos locos o qué! Si ni siquiera sabía su nombre. 

-No sé, así... de pronto... 
-¿Eh?
-¿Eh?
-ENCIMA O DEBAJO, ELIGE.
-Elige tú.
-Litera, tú dormirás debajo.

Vaya, se refería a la elección de las camas. Me quedé más tranquilo, aunque algo dentro de mí me hizo sentir rechazado. No es que quisiera nada con él, pero uno no es de piedra.  

Los días pasaron y yo seguía con esa sensación. Era extraño, no me gustaban los hombres, quizá fuese su voz aguda, o esa melena hasta la cintura, pero me recordaba a mi primera novia. De no ser por la cara tatuada, las fundas de plata en los colmillos y esa barba descuidada, juraría que era ella.

Los días pasaban y la agonía era cada vez mayor. No por estar encerrado, lo que me dolía era su indiferencia. No tenía ni un detalle conmigo. Un "Buenos días churri" , una rosa bajo la almohada...
No hay mayor condena que ser ninguneado por alguien que te importa. No se lo deseo a nadie.

A su lado el tiempo pasaba deprisa y despacio a la vez.
Tenía una razón para levantarme, pero sentía morir con cada gesto de indiferencia. 
Llevaba días, semanas, meses... quién sabe, sin dibujar una raya en la pared.
Deseaba así, poder detener el tiempo.

¿Nunca habéis tenido esa necesidad?
Dicen que los minutos agradables se convierten en segundos. Todo sucede más deprisa.
Probé incluso a borrar las rayas de la pared. Volver atrás hasta el día en el que pinté la primera.
Cuando era un reo más. Un ladrón al uso. Un canalla con papeles. Sin escrúpulos. Sin prisa, Sin vida.

Llevo meses, años, quizá siglos en esta celda.  A su lado.
He perdido la noción del tiempo. Al principio pintaba rayas en la pared para situarme, pero un día al terminar la jornada pensé. Ese fué el error. Pensar sin estar preparado.


@TRYBALblz

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