14 abr 2014

Benavente






Siento ser yo quien le contradiga, Don Jacinto, pero esto no es cierto. A ver, puede que sí en un sentido metafórico, pero en un incendio real, NO. Puntualicemos.

Lo primero, os confesaré un secreto. Por culpa de un vestido rojo, me enamoré de un tuitero. Es una historia compleja. Mejor os la cuento otro día, es una herida abierta. Fue lo más parecido a un amor a primera vista que he vivido. Miles de mensajes, horas al telf., pseudomenciones a lo loco… Qué os voy a contar que vosotros no hayáis sufrido ya. Era amor, hasta que aparecieron las dudas, ¿y si no existía esa química virtual “in situ”? Había que conocerse, teníamos que dar vida al tema.

Mi amor, te quiero, pero no puedo más. Tenemos que vernos en el mundo real.

Y lo hicimos. Fue un encuentro maravilloso, sublime, COLOSAL, expectativas más que superadas. Cuando le vi, lo tuve claro: ES ÉL. Fuimos a un mesón. Lo sé, el sitio no acompañaba mucho para un idílico acercamiento, pero a mí eso me daba igual, que yo estaba ciega de amor y me daba por comida y por servida bebiendo del cáliz de su boca. Permitidme la licencia poética, quedaría muy vulgar decir que lo único que nos comimos aquel día, fueron los morros y orejas encima de la mesa.

Calorías que dejas en el plato, calorías que no cuentan. Así tengo yo este tipín. Qué te piensas.

Tal fue el éxito de aquella primera cita, que debíamos vernos de nuevo, así que planeamos con mimo nuestro siguiente alocado encuentro. Es que cuidadito, no veáis a golpe de tweet y Whatsapp, qué cantidad de tensión textual no resuelta. Esta vez daríamos un paso más. Y qué mejor que una cena, pero no una cualquiera, una íntima de esas con música envolvente potencialmente sexual y muchas velas. 
¡Ah!, que en tu casa también hay chimenea… Chato, tú no sabes la que te espera.

En buena hora, debió pensar su casera.

Mi abuela, que en paz descanse, decía que a un hombre se le conquistaba por la cazuela, por lo que decidí ocuparme yo de nuestra romántica cena. Mi chico es un tío importante que viaja tela, así que me dejó una llave de casa en el buzón de su escalera. Hice una compra gourmet, que yo por el futuro padre de David, Carlota y Manuela, hago lo que sea. Qué pasta, literal, porque la pagué como italiana y seguro que era de Talavera. Y así llegué hasta su portal, cargada hasta las orejas.

Estaba sucediendo, era cierto, iba a cocinar para mi alma gemela.

Primer problema, no me entra la manaza en el buzón. Y no es que yo tenga unas grandes zarpas, es que aquella ranurita era muy pequeña. A grandes males, grandes remedios. Vuelvo sobre mis pasos, salgo fuera, miro hacia arriba y observo pensativa la escalera de incendios que hay junto a sus ventanas abiertas. Échale ovarios, reina. Este amor merece la pena. Llevaba puesto mi vestido rojo, el mismo que originó esta escena. ¿Spiderman a mi lado? Una tragicomedia.

Me costó un tacón roto y dos carreras en la media, pero la felicidad me esperaba. 
Y la chimenea.

Bonito loft, no podía ser de otra manera. Me acerqué a la cocina y puse las bolsas sobre la encimera. UN MOMENTO, lo primero algo de música para crear ambiente. Suena Marvin Gaye y se me van solas las caderas. Poneos en situación… ¿Bailamos?




Mmmmm… Seh, sigue así, no dejes de moverte para mí, nena… No pares de contonearte y ponte el delantal con ese "flow" sensual que tan bien manejas. (Ay, si Alberto Chicote me viera)

Mientras la pasta cocía y sin dejar de bailar, repartí estratégicamente pequeñas velas encendidas por toda la casa. Incluido su dormitorio dónde, evidentemente, íbamos a disfrutar de una noche de sexo salvaje difícil de olvidar. Al volver al salón, vi la chimenea. No puede ser tan complicado, hagamos la prueba. La llené de hojas de periódico hasta arriba porque no había mucha leña. Tampoco encontré gasolina, alcohol si, y no es que yo sea una experta, pero un chorrito ayudará a que prenda. 

Madre mía, en cuanto nos rocemos un poco en un ambiente así, va a arder Troya. Esto acaba en boda.

-¿Cerillas? 
-Cerillas. 
-¿Correcto? 
-Correcto. Habemus fuego.

Inspiré hondo y cerré los ojos, era capaz de ver lo que esas paredes tendrían que callar mañana. Sin embargo, había olvidado un pequeño detalle que me sacaría rápidamente de este dulce éxtasis. 

Ay, ¡que se me desborda el agua de la cazuela! 

Fui corriendo a la cocina, ¡y allí solo faltaba Noé pidiendo a gritos levar anclas!. Lo que yo no imaginaba en ese momento era que, un desastre así, podía empeorar. Mientras recogía del suelo mis ”pennes a la putanesca”, me pareció oler a chamuscado. No había nada encendido en la cocina, era imposible que se quemase algo. Seguí recogiendo aquel caos como pude, hasta que me incorporé y se me ocurrió mirar hacia el salón. Se mascaba la tragedia.

¡JODER, LA CORTINA! ¡MALDITA SEA!

¿Sólo la cortina? Ojalá. Las inocentes velas se habían convertido en peligrosas minas anti-YO que extendían imparables el fuego de mala manera. Su colección de discos clásicos no, por favor, no. Te lo ruego, Dios, no me hagas esto… ¿LA ORLA? No me jodas, hombre. ¡La orla también, no! Si, guapa, la orla también. Y el sofá. 
Ni un puto trapo a mano. Me quité el vestido para intentar apagarlo, pero en la película que aprendí esto, la protagonista no llevaba un sintético de Blanco. 

Hostia, la que he liado. Le he quemado la casa, ahora qué hago. 

Pues hija, está claro, llamar al 112 rápido.

-112, ¿digame?
-Oiga, tengo un problema
-¿Está usted bien?
-Pues mire, ahora que lo dice, NO. Mi vida sentimental se va a la mierda, pero seguro que a ustedes les importa más el fuego que avanza descontrolado hacia la escalera.

Y así es como un día cualquiera, Don Jacinto, ataviada en sugerente ropa interior y con quemaduras de 2º grado en la pierna, esta humilde enamorada, esperó paciente en una ventana como una vulgar Julieta. Y aunque usted dirá que este cuento termina con cantos de sirenas, yo le digo que, gracias a Dios, son los bomberos echando abajo la puerta.


Y NO SE OLVIDE QUE EN ESTE AMOR, FUI YO QUIEN VIO LAS LLAMAS LA PRIMERA. ¡CHÚPATE ESA!

                                                                                                                                   @isabel_ecogest

4 comentarios:

  1. Jajaja. Que buen rato me hiciste pasar !! Gracias, te sigo...

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  2. Cuanto me alegra leer que te hizo pasar un buen rato, ¡de eso se trata!

    ¡BIENVENIDA!

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  3. Es lo malo de echar a volar la imaginación... se te va el santo al muslo con demasiada facilidad y se quema cualquier cosa.
    Saludos.

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  4. Me vine arriba, me vine arriba con Marvin... Siempre me pasa ;)

    Un abrazo!

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